En mi pueblo hay un centro termal
Nunca había visto nada igual Con buen ánimo me acerqué Más nunca supe lo que realmente fue Pupas y daños, viejecitos y candor Subvenciones del estado para aliviar el dolor Quincenas de vicio disimulo y doctor A saco sin miedo, pisando a fondo el acelerador Tratamientos y curas paseos mal olor Sexo ganado, sexo forzado, deseo y placer Arrastrando el oxigeno y aspirando las líneas Noches de infierno desenfreno sin pudor Inocente que fui a impartir sanidad A ancianos guerreros que burlan la verdad Rompiendo moldes, limites y horarios Felices y contentos quieren partir Ni valor sin juicios solo apreciación Libertad de elegir, azufre y pasión Sorprendido y flipado con respeto total Pensativo me aleje del hedor de zotal Entre puertas abiertas en la oscuridad Pasos sigilosos de artrosis profunda Buscando en sus carnes algo que agarrar Arrastrando sus tubos prótesis y bypass Carnes flácidas y fluidos con sangre Naftalina perfumada colchón de hospital Los viejos sonríen las viejas esperan Viviendo su mundo de frágil cristal
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Viejas compañeras de caminos y borracheras
De peleas e inviernos de asfalto y roca Siempre fieles dándolo todo Con punta de hierro que se hace notar Fieles y abruptas negras o rojas Siempre robustas con elegancia y honor Grasa y betún, patadas certeras Cordones gastados contra cuero rasgado Ritual matutino acariciando tu piel Volvéis a ser mías cosiendo el ojal Cordones de rabia, sois parte de mi Paso firme entre piedras y barro Bares y calles, peleas perdidas Batallas ganadas entre risas y alcohol Grasa y betún, patadas certeras Cordones gastados contra cuero rasgado Vientos de lluvia, vomitadas y charcos Cervezas y sangre de camaleón Noche teñida de dorado y carmín Compañeras leales guerreras si par Paso tras paso hasta la guerra final Botas amadas simbiosis total Grasa y betún, patadas certeras Cordones gastados contra cuero rasgado A mi lado sin tregua el Demonio se agita;
En torno de mi flota como un aire impalpable; Lo trago y noto cómo abrasa mis pulmones De un deseo llenándolos culpable e infinito. Toma, a veces, pues sabe de mi amor por el Arte, De la más seductora mujer las apariencias, y acudiendo a especiosos pretextos de adulón Mis labios acostumbra a filtros depravados. Lejos de la mirada de Dios así me lleva, Jadeante y deshecho por la fatiga, al centro De las hondas y solas planicies del Hastío, Y arroja ante mis ojos, de confusión repletos, Vestiduras manchadas y entreabiertas heridas, ¡Y el sangriento aparato que en la Destrucción vive! Charles Baudelaire ![]() Mi amor por México es algo visceral. Casi inexplicable. Son tantas las sensaciones y sentimientos que me genera que me falta el aire solo de pensarlo. Amo el mundo y su diversidad de culturas. Necesitaría mil vidas más para viajar. Recibir, ofrecer y mezclarme como uno más con los brazos abiertos para recibir el mejor regalo, la mejor de las experiencias de todas y cada una de las distintas y ricas culturas que tiene nuestro planeta. Todas bellas y puras. Pero el enamoramiento y flechazo con la cultura mexicana es algo indescriptible. México es para mi el centro del mundo. La historia ha forjado en lxs mexicanxs un carácter e idiosincrasia total. Es como que, a cada uno de sus signos culturales, algún Dios caprichoso hubiera jugado con ellos hasta convertirlos en únicos e irrepetibles. Una singular alianza entre lo atrevido y lo reservado, lo visceral y lo espiritual, lo puro y lo oscuro, la vida y la muerte. Un halo de energía que te atrapa, te seduce y te arrolla sin dejarte escapatoria. Una Cultura fuerte para almas abiertas y sensibles con capacidad de ir mucho más lejos de una primera mirada. México es un cúmulo de sensaciones. Un coctel explosivo. Una modestia natural que esconde un torbellino de sabiduría y conocimiento. Para mí la Cultura Mexicana es la más y mejor conectada con el Cosmos y el Universo. Fray
“Ayer jueves 3 de septiembre de 2015 nos reunimos la banda después de unas cuantas semanas de distanciamiento y descanso. El principal objetivo del encuentro era para hacer valoraciones sobre nuestra vuelta. Los cuatro hemos coincidido en que ha sido una experiencia gratificante y brutal a muchos niveles. Todos los conciertos han sido una auténtica fiesta de sudor, cerveza y rebelión. Y lo mejor de todo sin ninguna duda, la entrega de nuestros amigos y seguidores. Entre risas, copas y buenas vibraciones, mis compañeros, uno a uno, han expresado su deseo de no continuar con Decibelios. Efectivamente, me he quedado solo. Todo se ha desarrollado en un excelente clima de cordialidad y respeto. Respeto por mi parte a su decisión de no continuar y respeto también por su parte hacia mi decisión de seguir adelante con el proyecto. Me encuentro igual de solo que cuando empecé a escribir mis primeras letras cuando tenía 17 años. Pero lo que es más importante, continúo con la misma furia e indignación ante un mundo injusto y desequilibrado. Para mi la esencia de Decibelios fue, es y será la unión del arte y la protesta en forma musical-creativa para denunciar sin miedo a los corruptos sin escrúpulos que ostentan el poder y se lucran a base de explotar vidas humanas. Se que he cometido errores y que no soy perfecto, pero hay algo que tengo muy claro y es que necesito ser coherente conmigo mismo. Yo sigo y más en estos momentos tan tumultuosos que está atravesando el mundo. Por nuestros hijos, por las personas de buena fe, por ti, por mí… Es por este motivo que de una forma u otra que Decibelios va a seguir vivo. Quiero dar las gracias a mis compañeros por los inolvidables momentos que hemos compartido y desearles lo mejor en cualesquiera de los proyectos que emprendan. En cuanto a mí, necesito asimilar la situación, reorganizarme y vislumbrar lo que voy a hacer. Haga lo que haga y con quien lo haga daré lo mejor de mi para divertirnos juntos, sorprenderos y sobre todo evidenciar y tocar los cojones todo lo que pueda y más a los podridos en el poder”. Fray 4 de septiembre de 2015 www.manerasdevivir.com Conté mis años y descubrí que tengo menos tiempo para vivir de aquí en adelante, que el que viví hasta ahora.
Me siento como aquel niño que ganó un paquete de dulces; los primeros los comió con agrado, pero, cuando percibió que quedaban pocos, comenzó a saborearlos profundamente. Ya no tengo tiempo para reuniones interminables donde se discuten estatutos, normas, procedimientos y reglamentos internos, sabiendo que no se va a lograr nada. Ya no tengo tiempo para soportar a personas absurdas que, a pesar de su edad cronológica, no han crecido. Mi tiempo es escaso como para discutir títulos. Quiero la esencia, mi alma tiene prisa… Sin muchos dulces en el paquete… Quiero vivir al lado de gente humana, muy humana. Que sepa reír de sus errores. Que no se envanezca, con sus triunfos. Que no se considere electa antes de la hora. Que no huya de sus responsabilidades. Que defienda la dignidad humana. Y que desee tan sólo andar del lado de la verdad y la honradez. Lo esencial es lo que hace que la vida valga la pena. Quiero rodearme de gente, que sepa tocar el corazón de las personas… Gente a quien los golpes duros de la vida, le enseñaron a crecer con toques suaves en el alma. Sí…, tengo prisa…, tengo prisa por vivir con la intensidad que sólo la madurez puede dar. Pretendo no desperdiciar parte alguna de los dulces que me quedan… Estoy seguro que serán más exquisitos que los que hasta ahora he comido. Mi meta es llegar al final satisfecho y en paz con mis seres queridos y con mi conciencia. Tenemos dos vidas y la segunda comienza cuando te das cuenta que sólo tienes una. Mario de Andrade Eras para mi un sueño a distancia
Dulce y lejano, ardiente y deseado Casi sin darme cuenta pasaron los días Y de repente me di cuenta que formabas parte de mi vida Vidas compartidas, de duelos y alegrías Esperanzas y miedos con hermosos momentos Distancia cortante cual sable afilado Más con magia excitante con fuerza de tornado Manos que se buscaban con pasos afianzados Hilos de plata de amantes soñados Relámpagos de luz bañados de luna Ilusiones que flotaban cual nube fugaz Así te sentí y te dije sin miedo No importan los riesgos cuando el amor es sincero El odio solo se combate rechazando su invitación al contagio. Quien pretenda hacerle frente con más odio ya se ha dejado manipular, aproximándose a eso en lo que quienes odian quieren que nos convirtamos. El odio solo se puede combatir con lo que a ellos se les escapa: la observación atenta, la matización constante y el cuestionamiento de uno mismo. Esto exige ir descomponiendo el odio en todas sus partes, distinguirlo como sentimiento agudo de sus condicionantes ideológicos y observar cómo surge y opera en un determinado contexto histórico, regional y cultural. Puede parecer insuficiente. Puede parecer modesto. Cabría objetar que los verdaderos fanáticos no se darán por aludidos. Es posible; pero bastaría con que las fuentes de las que se nutre el odio, las estructuras que lo permiten y los mecanismos a los que obedece fuesen más fácilmente reconocibles. Bastaría con que quienes apoyan y aplauden los actos de odio dudasen de sí mismos. Bastaría con que quienes lo incuban, imponiendo sus patrones de pensamiento y su tipo de mirada, se viesen desprovistos de la ingenuidad imprudente y del cinismo que los caracteriza. Bastaría con que quienes muestran un compromiso pacífico y discreto ya no tuvieran que justificarse, y sí debieran hacerlo quienes los desprecian. Bastaría con que quienes, por razones obvias, ayudan a personas en situación de necesidad no tuvieran que explicar sus motivos, y sí debieran hacerlo quienes rechazan lo que es obvio. Bastaría con que quienes desean una convivencia abierta y fraternal no tuvieran que defenderse, pero sí quienes la socavan.
Observar el odio y la violencia, así como las estructuras que los hacen posibles, significa, asimismo, visibilizar el contexto en el que se producen tanto la justificación previa como la posterior aquiescencia, sin las cuales el odio no podría germinar. Observar las distintas fuentes que alimentan el odio o la violencia en un caso concreto sirve para rebatir el consabido mito de que el odio es algo natural, algo que nos viene dado. Como si el odio fuese más auténtico que el aprecio. Pero el odio no está ahí, sin más. Es algo que se fabrica. Tampoco la violencia se produce de forma espontánea. Es algo que se incuba. La dirección que toman tanto el odio como la violencia, las personas contra las que se dirigen, los umbrales y obstáculos que es necesario derribar… todo eso no es aleatorio, no viene dado sin más, sino que se canaliza. Si, por el contrario, no nos limitamos a condenar el odio y la violencia, sino que observamos sus mecanismos, estaremos demostrando en todo momento que se podría haber hecho algo distinto, que se podría haber tomado otra decisión, que alguien podría haber intervenido, que alguien podría haber renunciado. Describir el proceso exacto que activa el odio y la violencia entraña siempre la posibilidad de mostrar cómo ambos pueden ser interrumpidos y debilitados. Observar el odio antes de que estalle, acompañado de una ira ciega, abre otras posibilidades de actuación: determinadas manifestaciones de odio competen a la fiscalía del Estado y a la policía; pero las distintas formas de discriminación, las pequeñas e implacables estrategias de exclusión que se manifiestan en gestos y hábitos concretos, en determinadas prácticas y convicciones son responsabilidad de toda la sociedad. En tanto que miembros de la sociedad civil, a todos nos compete impedir que quienes odian puedan fabricarse un objeto a medida. Esta tarea no se puede delegar. Apoyar a los que están amenazados por su aspecto, su forma de pensar, sus creencias o su forma de amar no exige un gran esfuerzo. Son pequeños detalles los que marcan la diferencia y abren un espacio social o discursivo para aquellos a quienes se pretende excluir. El gesto más importante contra el odio tal vez sea no caer en el individualismo. No dejarse confinar en la tranquilidad de la esfera privada, en la protección que brindan el propio refugio o el entorno más próximo. El movimiento más importante tal vez sea salir de uno mismo y dirigirse hacia los demás para reabrir juntos los espacios sociales y públicos. Carolin Emcke Soy persona adulta, con cierta experiencia de navegar por el mar de la vida. Con hijos que han sido y siguen siendo mi principal razón de existencia. De joven, rebelde e inconformista, luche con la música como arma por un mundo mejor. Lo hice a mi manera, visceral, con fe, esperanza y también con ilusión. Años después, totalmente decepcionado por el falso espejismo de la recuperación de libertades que vivimos en el año 1978 y aún incrédulo ante el saqueo indecente al que nos siguen sometiendo los politicastros corruptos que se han ido sucediendo desde entonces hasta el día de hoy.
Comprobar que la sin razón no solamente ha podrido la política sino que también ha llegado al poder judicial me avergüenza. Ustedes, señores jueces, son la última esperanza. Podrían tener la elegancia de medir a todos con la misma vara. Y sobre todo, respetar la libertad de expresión. En lugar de eso, ustedes (no todos) con su actitud totalitaria por no decir fascista, nos demuestran que están haciendo el juego a un poder corrupto y déspota. Impunidad para los poderosos y mortificación para los pobres. Con sus decisiones y condenas, nos están demostrando que la palabra imparcialidad no existe en sus valores. Con su actitud de castigo injusto a jóvenes rebeldes que denuncian injusticias y dicen verdades, ustedes deslegitiman una cosa tan hermosa como tendría que ser la justicia. Justicia que tendría que ser igual para todos, no solo para unos pocos. Señorías, ni intenten engañarnos ni se engañen a si mismos. Intenten tener la dignidad de ser justos de verdad. Por favor, no hagan falsas y parciales interpretaciones de unas leyes diseñadas y legisladas para aplastar al débil y proteger al fuerte ante la denuncia y la protesta. En vez de condenar, intenten entender, escuchar, tolerar… ser justos de verdad. Solo así construiremos un mundo mejor. Con la represión y la condena gratuita lo único que conseguirán es hacer el juego a los corruptos e imponer el imperio del miedo que tarde o temprano se volverá en su contra. Esta carta está escrita con la esperanza de que aun les quede algún rincón de honorabilidad en su corazón y mente. Si ni siquiera les queda ese rinconcito de reflexión y humanidad, flaco favor están haciendo ustedes por las generaciones venideras y por un mundo mejor.
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AuthorFray (Carles Treviño). Archives
Junio 2024
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