Soy persona adulta, con cierta experiencia de navegar por el mar de la vida. Con hijos que han sido y siguen siendo mi principal razón de existencia. De joven, rebelde e inconformista, luche con la música como arma por un mundo mejor. Lo hice a mi manera, visceral, con fe, esperanza y también con ilusión. Años después, totalmente decepcionado por el falso espejismo de la recuperación de libertades que vivimos en el año 1978 y aún incrédulo ante el saqueo indecente al que nos siguen sometiendo los politicastros corruptos que se han ido sucediendo desde entonces hasta el día de hoy.
Comprobar que la sin razón no solamente ha podrido la política sino que también ha llegado al poder judicial me avergüenza. Ustedes, señores jueces, son la última esperanza. Podrían tener la elegancia de medir a todos con la misma vara. Y sobre todo, respetar la libertad de expresión. En lugar de eso, ustedes (no todos) con su actitud totalitaria por no decir fascista, nos demuestran que están haciendo el juego a un poder corrupto y déspota. Impunidad para los poderosos y mortificación para los pobres. Con sus decisiones y condenas, nos están demostrando que la palabra imparcialidad no existe en sus valores. Con su actitud de castigo injusto a jóvenes rebeldes que denuncian injusticias y dicen verdades, ustedes deslegitiman una cosa tan hermosa como tendría que ser la justicia. Justicia que tendría que ser igual para todos, no solo para unos pocos. Señorías, ni intenten engañarnos ni se engañen a si mismos. Intenten tener la dignidad de ser justos de verdad. Por favor, no hagan falsas y parciales interpretaciones de unas leyes diseñadas y legisladas para aplastar al débil y proteger al fuerte ante la denuncia y la protesta. En vez de condenar, intenten entender, escuchar, tolerar… ser justos de verdad. Solo así construiremos un mundo mejor. Con la represión y la condena gratuita lo único que conseguirán es hacer el juego a los corruptos e imponer el imperio del miedo que tarde o temprano se volverá en su contra. Esta carta está escrita con la esperanza de que aun les quede algún rincón de honorabilidad en su corazón y mente. Si ni siquiera les queda ese rinconcito de reflexión y humanidad, flaco favor están haciendo ustedes por las generaciones venideras y por un mundo mejor.
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AuthorFray (Carles Treviño). Archives
Junio 2024
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