![]() En esta segunda ascensión al Ruco he decidido repetir la escalada por la arista de roca con su famoso paso de la muerte. Esta vez en solitario y sin cuerda. Sé que me la estoy jugando, pero algo dentro de mi me insta a hacerlo. La montaña me reconoce y me ama. Justo al llegar al paso de la muerte una niebla cerrada oscurece al ambiente y empieza a granizar pequeños garbanzos de hielo que rebotan en mi chaqueta de membrana. Empiezo a des-trepar, muy lentamente sobre la roca mojada, estudiando cada paso. Un mínimo error y me precipito al vacío. Lentamente cabalgo unos metros sobre la afilada arista y por fin llego al paso decisivo. Respiro hondo tres veces mientras siento cada vez con más fuerza como las gotas de agua heladas impactan sobre mi cuerpo. Como marcándome un ritmo de aliento, de seguridad, de acompañamiento. Dos pasos de decisión y ¡listo!. Soplo y resoplo, no se si de la emoción de la adrenalina y de felicidad o por la falta de oxígeno en altura. Prosigo, el aguacero de granizo me acompaña hasta la cima transformando totalmente el paisaje que poco a poco se convierte de color blanco.
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Se acercan esos días y me vienen los recuerdos de mi primera noche en Michoacán cuando paso a paso entre la multitud entré en el primer panteón. Era un lluviosa y húmeda. Las calles estaban inundadas de gentes y vehículos. Poco a poco me fui acercando a la entrada del cementerio y cuando cruce el umbral algo maravilloso se apodero de mi. La estampa parecía irreal, en nada parecía un camposanto. Allí se respiraba vida y amor, mucho amor. La fragancia de las flores, la luminosidad cientos y cientos de veladoras que alumbraban cada rincón, cada tumba. Empecé a pasear por los estrechos caminitos de barro entre tumba y tumba, casi pisando la tierra amontonada que cubría los restos de lo difuntos. Una mezcla de emoción y mucho respeto se apoderó de mi. Me detenía a que altar más impresionante y hermoso. Veía esas bellas de obras de arte efímeras que se habían hecho durante horas, días con tanto cariño. Las fotografías de los seres queridos y las ofrendas que las familias habían preparado. Una experiencia mágica, un paseo jamás imaginado, un cumulo de sensaciones y emociones estremecían mi cuerpo. Mientras yo sentía como si estuviera invadiendo la intimidad y los corazones de las familias que durante toda la noche velaban y recibían a sus muertos y su respuesta al pedirles permiso para hacer fotografías fue amable, solidaria y casi dulce diría yo. No pude evitar que unas tímidas lágrimas corrieran por mi rostro. Ese carácter mexicano en su forma mas pura me rompió el alma de felicidad.
La noche de muertos en México ha sido una de las experiencias mas hermosas de mi vida. Ahora, a pocos días de muertos cuando pienso que voy a cantar me siento feliz. Quiero cantar para los vivos y también para sus muertos porque se que en esta noche de amor respeto, memoria y complicidad me escucharan. Beberé Mezcal con ellos, comeré pozole, reiré y lloraremos juntos porque así es la vida. Porque así es la muerte, porque así bella y autentica es la cultura mexicana- Fray (21 de octubre de 2021) |
AuthorFray (Carles Treviño). Archives
Junio 2024
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