![]() Éramos pobres. Nuestro espacio de juego era la calle. Un día Miguelin que era el más pequeño de la pandilla nos dijo que por los carteles se podía uno colar a la Feria de Muestras. Nos juntamos y nos dirigimos hacia allí. Colarnos en lugares restringidos era unos de nuestros juegos preferidos. Mientras uno vigilaba los demás nos empotramos como pudimos entre el cartel y la pared y agarrados a los anclajes empezamos a escalar el alto muro. Una extraña sensación recorría nuestros cuerpos. Con el paso de los años supimos que se llama “adrenalina”. Y finalmente la satisfacción del éxito de la misión. Una pandilla de cinco críos entre siete y nueve años sucios, desaliñados y sobre todo felices. Íbamos de stand en stand pidiendo muestras de lo que fuera, pegatinas, bolígrafos, cromos, carteles… Las horas nos pasaban muy deprisa, apurábamos hasta la hora del cierre del recinto y volvimos a casa orgullosos de nuestra hazaña y con nuestro tesoro en las manos. Eso no fue más que el principio. Había ferias todo el año y múltiples lugares y formas para colarnos.
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AuthorFray (Carles Treviño). Archives
Junio 2024
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